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María de Lourdes Acedo de Bueno
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Fernando Vizcaya
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LOS VICIOS. (Reaccionar y Prevenir o, la Tarea Profunda de Educar)


1. REALIDAD INDESEABLE DE LOS VICIOS HUMANOS
1.1. Introducción

El afán  que ha tenido el hombre de producir un sistema de educación que genere una especie de  "programa de alfabetismo moral", es decir, una manera o un modo de enseñanza que incline la inteligencia y el corazón hacia el bien, supone una premisa implícita en ese proceso, según la cual los niños nacen sin ese conocimiento ni  con esas habilidades necesarias  para la acción buena. La experiencia nos dice claramente que es así. En el hombre  existen vivencialmente una serie de problemas que sufre y que también produce con su acción. Se producen por ignorancia o por falta de la preparación adecuada a los fines morales, a los cuales se pretende dirigir con su acción. Estos problemas, que han sido dramáticamente evidentes en la historia, reclaman la implementación de algunas medidas para evitarlos, o por lo menos para no dejar que se reproduzcan. 

Por otra parte, nos preguntamos si el hombre siendo malo, es capaz de mejorar, de cambiar o perfeccionar su ser. Si es capaz de mejorar, entonces es pertinente un sistema educativo, si no es así, entonces, es vano todo esfuerzo. 

Una posición media entre ambas posturas, nos da el aserto de pensar que el hombre, siendo bueno, tiene una serie de inclinaciones que impiden su ejercicio de la bondad, que es un ideal de comportamiento. A lo largo de la historia se han producido hombres y pueblos que merecen la categoría de cultos, de educados y esto parece deberse a sistemas pensados de transmisión, tanto de conocimientos, como de costumbres. Estos sistemas suponen preceptos de actuación, normas y conocimientos que produzcan deberes y derechos para la vida personal y para la vida en común con otros semejantes. Pareceinferimos,que es la educación consciente  e intencional lo que puede lograr la mejoría en ese ser humano. 

Si, además y en definitiva, lo que la educación busca es la virtud en el hombre, entonces su contrario, el vicio, es lo que deberíamos buscar y delimitar en primera instancia. De esta manera, parece que es conveniente saber contra qué cosas hay que luchar esas inclinaciones a lo no bueno, y cuales son sus características, quienes las han definido y cómo las han descrito con mayor claridad 

1.2. Verificación de su aparición e indeseabilidad

Las fuentes que usaremos para esta parte del ensayo, serán de la experiencia personal y de la lectura de algunos textos de autores reconocidos, que han descrito esos errores que han visto como repetitivos, dándole una estabilidad en la actuación humana, con lo que se catalogarían como vicios de actuación personal y por lo tanto con consecuencias sociales. El vicio es un hábito (repetición de actos), que facilita la mala actuación. Al ser denunciado por escritos en diversas épocas, deducimos que eran perjudiciales tanto para los hombres que cometían esas acciones como para la sociedad en que vivían.

El hecho de la aparición de códigos para el actuar humano, desde tiempos antiguos, nos refleja la intención de algunos hombres y pueblos, que quieren una manera de actuar, cónsono con el ideal que se han propuesto esos mismos hombres, o establecidos por alguna intervención externa como será la de una divinidad, o de Dios, y contrario a las malas actuaciones que les ha dado la experiencia vivida. Al ser la educación algo inherente a la comunidad más que al individuo, la aparición de esos códigos se establecían positivamente (de forma escrita y en sitios donde los pudieran leer con frecuencia) de manera que se pudieran conocer siempre, y en el fondo la intención es que constituyeran  una ayuda permanente a los hombres que conformaban esas comunidades para su propia educación.

Por ejemplo, unos de los cánones de actuación mas antiguos que se conoce es el código  de Hammurabi, (ver anexo 1) donde se especifican una serie de parámetros  de conducta, de prohibiciones y de consejos que reflejaban esa inquietud. Se estableció positivamente, en el sentido de publicarlo en piedra, de manera que no se presentaran equívocos, y por supuesto, se transmitió también de manera oral, tal como sucedió también con ese código del Dios de  Abraham. 

Los Mandamientos  del Decálogo  que entregó Yavé al pueblo hebreo, en la persona de Moisés, son también muy clarificadores (ver anexo 2) de la forma en que quería Yavé-Dios que se comportaran los hombres.

Así, los intentos por instituir una forma de educar, se fue plasmando en distintas maneras de establecer conductas personales, de canalizar el movimiento social de los hombres. Tal fue el deseo de educar entre los griegos de la época clásica. Comenta W. Jaeger sobre esto lo siguiente: "Reviste (la educación) en parte, la forma de mandamientos, tales como: honra a los dioses, honra a tu padre y a tu madre, respeta a los extranjeros; en parte consiste en una serie de preceptos sobre la moralidad externa y en reglas de prudencia para la vida, transmitidas oralmente a través de los siglos; en parte en la comunicación de conocimientos y  habilidades profesionales" 

Algunos de esos códigos daban el precepto y también advertían la pena que sufriría la persona que traspasara esa ley (por ejemplo el código de Hammurabi), los que infringieran delitos ya tipificados en ese texto. Como las penas establecidas eran diferentes, salta a la vista que también existe una jerarquía en las leyes. Algunas son más importantes que otras. Coinciden los códigos que hemos citado (Hammurabi y el Hebreo) en penar con castigos muy fuertes los atentados contra la vida; contra los bienes ajenos, por ejemplo los animales y posesiones de tierra; contra la injusticia, que se especifica concretamente en el adulterio. En estos códigos se establece también el deber de honrar a los dioses, o a Dios y las penas por el defecto contrario solían ser muy graves también.

 De la forma como se establecían esos códigos, eran evidentes  las distintas dificultades que sufrían los hombres, los códigos reflejaban en realidad una lista de esos defectos. Podríamos decir que eran producto de moralistas o críticos de la sociedad y también de la intervención divina que enseñaba lo malo que se debía evitar. En algunos casos a la vez que enumeraban los vicios, daban respuestas solucionadoras a los mismos (como el caso de S. Pablo en la epístola a los Romanos) y en otros casos se conformaban con una descripción crítica y simplemente mordaz de ellos Como Teofrasto o más recientemente Jean La Bruyère , entre otros muchos.

Ya el primer discípulo de Aristóteles que tomó las riendas de la escuela que éste fundó, produce una enumeración de los distintos vicios que aquejaban la sociedad griega. Así Teofrasto  pasa a describir en su obra Los Caracteres Morales, esos vicios. En concreto escribe mordazmente sobre: 

El disimulo; la adulación; la charlatanería; la rusticidad; la lisonja; el impudor; la locuacidad; la novelería; la sordidez; la chocarrería; la inoportunidad; la torpeza; la superstición; el descontento; la desconfianza; la asquerosidad; el desagrado; la vanidad; la mezquindad; la fanfarronería; la altanería; la cobardía; el oligarquismo; el afán tardío de educación; la maledicencia; la predilección por los malos; la avaricia. 


La descripción de vicios que describe Pablo de Tarso, en su Epístola a los Romanos, es revelador de los problemas que aquejaban la sociedad romana de esos siglos. Textualmente dice: 

"Y como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, Dios los entregó a su réprobo sentir para hacer lo que no se debe: repletos de  toda injusticia, perversidad, codicia, maldad, rebosantes de envidia, de homicidio, de contienda, de engaño, de malignidad; chismosos, calumniadores, enemigos de Dios, ultrajadores, altaneros, soberbios, vanidosos, inventores de maldades, desobedientes de sus padres, insensatos, desleales, sin compasión y sin piedad". 

1.3. Descripción y análisis literario de los vicios

En las formas y géneros literarios de crítica social, aparecen una serie de autores que reflejan esa crítica, de forma escrita. Sistematizan los diferentes defectos que según esos escritores pueden reflejar un pueblo o una sociedad, en diversos aspectos o categorías. Quizá lo hacen de manera satírica y no con intención reformista, pero dan unas pistas de las distintas costumbres que caracterizan esos pueblos. Por ejemplo, el autor Fernando Díaz-Plaja, ha escrito una serie de estudios que denominó Los Siete Pecados Capitales, y los designó a España, Italia, Francia y Estados Unidos. Cada uno de ellos describe la forma de ser, las costumbres y en algunos casos, las consecuencias que esas costumbres podrían producir en esos individuos y en las sociedades donde viven.

El recurso artístico siempre ha sido uno de las posibilidades de la denuncia de los distintos vicios. Sin embargo, algunos autores no los denuncian como vicios propiamente dichos sino como características de la idiosincrasia étnica, o por motivos de competencia social o profesional. De esta manera, tenemos un ejemplo entre muchos con Las Nubes, de la época clásica griega, donde  el autor, Aristófanes , de esa pieza de teatro se burlaba de la conducta de Sócrates y de sus discípulos. Se critica una forma de ser, que en el fondo se concibe como defectuosa, y por lo tanto viciosa, pero también al ser comedias, por medio del humor, se justifican ciertas maneras de ser. El teatro, ha sido uno de esos recursos constantes en la denuncia, sin embargo, el criterio de los autores no siempre es suficientemente claro y a veces obedece a envidias personales o a rivalidades políticas o de otras razones.

En este orden de escritos, aparecen autores que justifican algunas acciones viciosas hasta clasificarlas como convenientes e incluso buenas. De esta manera tenemos un autor como  Bernard Mandeville , el cual escribió La Vida de Las Abejas,  vicios privados, virtudes públicas. En dicha obra justifica algunos vicios personales y por tanto también comunitarios. La influencia de este autor en las doctrinas utilitaristas posteriores fueron  muy significativas, por ejemplo en doctrinas económicas como la de  Adan Smith.  La tesis central vista de manera rápida y simplista, de "La Riqueza las Naciones",  es que la mejor forma de emplear el capital en la producción y distribución de la riqueza es aquella en la que no interviene el gobierno, es decir, en condiciones de laissez-faire y de librecambio.

Así como la literatura ha reflejado también esas descripciones desde tiempos antiguos, lo  refleja la literatura del renacimiento, de la edad moderna y contemporánea. Configura ese recurso unas buenas fuentes de reconocimiento de esos vicios y por tanto, de esos defectos sociales. En épocas modernas, autores como Charles Dickens. En Historia de Dos Ciudades, se refleja el egoísmo de unas clases superiores aristocráticas sobre los siervos, que produjo un estado de odio social; en Oliver Twist, la evidencia del descuido social sobre los niños huérfanos, a pesar de la creación de instituciones para ello, y el sufrimiento por la insensibilidad que produce la avaricia de algunas personas, concretada en un personaje: Scrooge. Fedor Dostoiesky (Crimen y Castigo), por ejemplo, resalta los distintos caracteres de envidias y desprecio entre algunas personas de distintas clases sociales y la miseria que conlleva esa situación, las obras de teatro de Molière (Tartufo denuncia la hipocresía social que imperaba en esa época), las obras de literatura de Latinoamérica, por ejemplo en Rómulo Gallegos (en Doña Bárbara la barbarie del campo venezolano, las distintas arbitrariedades de los jefes civiles, la explotación de personajes extranjeros que les interesaba la ignorancia para seguir explotando); Gabriel García Márquez (Cien años de Soledad, refleja las condiciones  de precariedad social y en costumbres morales de un pueblo que se repite en toda Latinoamérica aún con sus variantes), Ciro Alegría (En Los Perros Hambrientos, se evidencia el desorden y el descuido de las instituciones sociales hacia los pueblos marginales), así como de América del norte John Steinbeck (Las Uvas de la Ira, describe la explotación de las instituciones bancarias ante la miseria de granjeros del medio oeste, etc), todos ellos son descriptores de una serie de vicios y defectos sociales y personales de todos esos pueblos donde se desarrollan las obras que escribieron.


1.4. Captación de la malignidad y disminución de la Excelencia Humana producto de los vicios.

El panorama que ofrece la sociedad actual, por lo menos la occidental, presenta la característica de unos grandes avances de tipo tecnológico, pero también de errores que aparecen de manera muy marcada y lamentable. En Venezuela ya hablaba Don Mario Briceño Iragorry de que nuestro principal defecto era poseer una "cultura de superficie"  . Con esa frase se refería a nuestra manera de pensar y actuar, con ligereza, sin fundamentar lo que se dice, profundizando poco las  diversas teorías por las cuales se pretende explicar una situación política, económica o social. Construimos edificios que "no tienen el primer piso" y por lo tanto, se caerán irremisiblemente en cualquier momento, porque no están sustentados convenientemente. Sintetizan esas características mencionadas una falta de prudencia, en el sentido virtuoso, cuya principal consecuencia es una inmadurez ciudadana.

Pero, este fenómeno no se aprecia como algo venezolano exclusivamente, como hemos podido ver con el recurso literario citado anteriormente. Los diversos escenarios sociales que se pueden apreciar en el mundo, reflejan un empobrecimiento de lenguaje, de las formas de comunicación, un deterioro de las costumbres sociales de comportamiento que incluso llega a tomar parte en las diversas manifestaciones intelectuales y artísticas, hasta tal punto que no podemos sino llamarlas decadentes .

A pesar de los esfuerzos por concebir sistemas de educación que favorezcan mejores condiciones de la sociedad y del hombre, ese trabajo  ha sido obstaculizado por muchas dificultades y se ha luchado contra ellas, pero no se ha alcanzado los niveles mínimos de vida que se han propuesto esos analistas y pensadores. Podríamos decir que el intento de concebir racionalmente una sociedad por algunos pensadores que han logrado implementar sistemas de gobierno, ha fracasado. Ante todo porque la idea de una administración racional de las cosas que sustituyeran al hombre en sí con su autogobierno, por instituciones, es una idea dramáticamente falsa y porque la vida social que se imaginaba transparente y gobernada por decisiones racionales apareció como una vida llena de poderes y de lucha por esa hegemonía, y por lo tanto repleta de conflictos de todo tipo.

1.5. Algunos ejemplos de la crisis producida por vicios.

La disminución de la excelencia humana, conocida cada vez con mayor claridad por los distintos medios de comunicación a través de los últimos tiempos ha sido asombrosa, incluso curiosamente se llega concebir  como una cultura propia de los tiempos, dándole una cierta legitimidad. Una manifestación de esa "cultura" es a una tendencia consumista sin frenos, generado por los medios de comunicación  que "crean" necesidades artificiales de todo tipo en las personas, exaltando la vanidad del hombre y de las mujeres, hasta tal punto que se puede hablar de manera propia, con bastante rigurosidad, de "mercados cautivos", asociados a muchos tipos de productos de se ofrecen . 

Una consecuencia que produce este afán consumista, se manifiesta como un tipo de irresponsabilidad financiera que lleva por caminos errados a muchas familias y personas en particular, a caer en conflictos personales e incluso familiares como quizá nunca antes se habían producido. Un ejemplo de esta irresponsabilidad financiera está íntimamente ligada a la posesión de tarjetas de crédito, la cual crea, en personas sin una mayor madurez, un tipo de ilusión de poder económico y adquisitivo, (la cual es cruelmente pasajera), por la cual se puede gastar mucho más de lo que se puede, confiando ciegamente en que en el futuro se puede reponer con cierta facilidad lo gastado. Se crea de esta manera, un lazo que ata, por deudas económicas a esa persona con una entidad financiera, que al concretarse en la recepción estados de cuenta bancarios, hacen desaparecer la ilusión de poder adquisitivo real. 

Además a esas entidades financieras en el fondo le interesan esas deudas que aten a una serie de personas y puedan sostener un sistema económico, que se define como ese "mercado cautivo", que mencionamos anteriormente. Por el juego de contrarios que podamos hacer, se "educa" conscientemente (e inmoralmente) a la acción imprudente. No se establecen parámetros de serenidad en las compras sino lo contrario, se convierten en impulsivas; ni de mesura para saber si se necesita ese bien de consumo, o si puedo realmente comprar ese producto. Se establecen, para crear esos mercados cautivos, criterios sofistas como los que llaman a la belleza personal, a la importancia social que produce  tener ese producto, o al  que dirán los demás si no se posee.

En el plano de la vida en la sociedad civil internacional, quizá no hemos tenido una época mas violenta en sentido de agresión y crueldad como la del último siglo. Lo que se vislumbra como factor común  para esa situación de odios lo podemos identificar con un egoísmo que de una manera muy radical, sólo ve hacia sí mismo, sin interesarle los bienes comunes. Es decir, un individualismo de tan profundas raíces que no le importa despreciar la vida de otras personas, sean estas adultas, ancianos, niños, o incluso no nacidos.  El aumento de lo que se ha llamado "limpiezas étnicas", la utilización acelerada de la eutanasia, así como del aborto provocado, no son otra cosa sino fruto de ese individualismo exacerbado que sufre la humanidad en las últimas décadas. Lleno de razón ha denominado el Papa Juan Pablo II esta cultura, como una "Cultura de la muerte" (Cfr. La encíclica Evangelium Vitae)

La inestabilidad de los gobiernos, la crítica constante sin mayor fundamento y la poca disposición al trabajo mancomunado está a la orden del día. Hasta tal punto estos factores han incidido en la mentalidad de los diferentes líderes políticos en todos los puntos de la geografía  mundial, que la palabra ingobernabilidad es casi un lugar común dentro de su vocabulario. Sin embargo, esa frase no deja de tener una cierta dosis de falsedad, pues se apunta posiblemente de manera equivoca a los puntos donde se vislumbran los errores, que suele ser en las instituciones y no en la formación propia del hombre. La sensación persistente en  muchas personas de que el paradigma político está agotado, que las estructuras que lo han sustentado están obsoletas, es frecuente, porque el pensamiento se centra en la competencia y posible bondad de las instituciones, y no en el logro de esas capacidades en el mismo hombre.

No obstante, quizás no se ha dirigido suficientemente el punto de mira en la posibilidad de mejora, por medio de la educación. De lograr las disposiciones  personales adecuadas, y entonces se mejorarán las instituciones. De otra manera, aunque se adopte cualquier sistema, siempre fracasará por la falta de reacción creativa de las personas que lo conforman, empezando por sus dirigentes. En realidad, más que ingobernabilidad, lo que falta es la capacidad de gobernar, tanto en los dirigentes como en esas personas que deben ser gobernadas, es decir, falta la formación de todas ellas de manera consciente y formal, en los distintos aspectos que convendría hacerlo. 

El desprestigio de las instituciones políticas es consecuencia de ese mal enfoque, y ha llevado a la convicción de estar en acuerdo con esa tendencia que se dedica a establecer que el modelo político que ha imperado en occidente "está agotado". Quizás porque en el fondo, al no respetar la libertad humana, y no tener esa capacidad para el disenso político, de manera serena, se cree que al no lograr un sistema único, se fracasa en todos los aspectos. Estos pensamientos no reflejan otra cosa sino el afán de poder único, de hegemonías totalitarias por la avaricia que induce al enriquecimiento personal o de grupos especiales, o soberbia personal, que lleva la tentación de un poder político inapelable, resumiendo todas esas tendencias  que subyacen en el fondo del corazón humano. Comenta sobre esto el cardenal Joseph Ratzinger: "En el campo de la política, esta concepción del relativismo es exacta en cierta medida. No existe una opinión política correcta única. Lo relativo la construcción de la convivencia entre los hombres, ordenada liberalmente, no puede ser algo absoluto. Pensar así era precisamente el error del marxismo y de las teologías políticas"  

No ha dejado de haber guerras en estos últimos cien años, y quizás las más crueles y sanguinarias de la Historia. Si no son de tipo internacional, son guerras civiles, por causas económicas o raciales, por motivos de codicia de poder, como por razones que se derivan de rivalidades políticas sin suficiente madurez ciudadana. Incluso hay guerras provocadas para aumentar la producción de cierto tipo de industrias que podríamos llamar bélicas, o por motivos mucho más despreciables como es el de los juegos de poder derivados del narcotráfico internacional.

Tomando una muestra un poco más cercana, la de nuestro país, percibimos que algunas de esas situaciones tienen una razón de tipo atávico, lo decía el Libertador en su discurso de Angostura: "Uncido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio; no hemos podido adquirir, ni saber ni poder ni virtud". ¿Que significado tiene todo esto? Contemplando la realidad nacional, luce dramáticamente cierto que no hemos logrado buscar ni adquirir conocimientos suficientes: la función más natural y propia del ser humano; no hemos adquirido el arte del buen gobierno que es la relación social mínima "con el otro", (pues el hombre es animal de naturaleza social); y tampoco hemos llegado a adquirir buenos hábitos para la acción corporal (artesanías y artefactos) ni para la  acción intelectual (discurso y pensamiento lógico, para la deliberación ciudadana).

Los hechos que sufrimos en el año 1989 con los saqueos de Caracas, y de algunas poblaciones del país, donde no sólo se robaba, sino que la gente que salía con el botín de los sitios del pillaje, daba la cara a la cámara de televisión  riéndose e incluso haciendo comentarios. Es decir, se ha roto  con esos muros de contención moral que antes quizás protegían a la sociedad y, en el fondo también protegían a la persona humana de participar en acciones que no respondían a una racionalidad rectamente llevada sino a unas pasiones desatadas.

En un plano más general, las manifestaciones de violencia han llegado a unos extremos que, por su intensidad no han tenido precedentes, como las matanzas de niños de escuelas, por sus propios compañeros. Como las distintas y lamentables "limpiezas raciales" que se han producido en países centro europeos, como africanos, asiáticos dando saldos aterradores de número de víctimas y condiciones de crueldad.

Un nivel de violencia un poco menos estridente, aunque sigue siendo de una violencia significativa es la explotación de la sexualidad de niños, de jóvenes y de adultos también. No sólo son revistas "especializadas" en desnudos y erotismo, de ambos sexos, es decir, desnudos femeninos como masculinos, erotismo heterosexual y homosexual, sino que ha llegado a las comunicaciones por satélite, por Internet y por supuesto por la televisión. Sigue siendo una variante del intento por todos los medios (ilícitos, por supuesto) de crear esos mercados cautivos de consumo, pues está probado que este tipo de imágenes crea una adicción  muy fuerte.

Esta situación de sensualidad dominante, lleva consigo inevitablemente un empobrecimiento del lenguaje, el cual es producto de ese debilitamiento de la interioridad de las personas que tienen acceso a los medios de comunicación de masas, en todas sus variantes. Y este punto tiene una importancia capital, en la decadencia de una sociedad, como es la incapacidad de pensar sobre la base de unos mismos significados, generando unas dificultades grandes para la enseñanza en los jóvenes, también para el acuerdo de trabajos de dirección y gobierno, en la sociedad civil de gobierno. Todo esto con una tendencia a la anarquía (apariencia de una gran libertad individual), que llevará necesariamente a niveles insólitos de anomia , produciendo una violencia que no habrá forma de controlarla y ni siquiera de disminuirla, porque se produce y mantiene no por la razón, sino por fuerzas instintivas, muchas veces enmarcadas en odio racial, político o por motivos económicos.

Los inspiradores de campañas publicitarias que llevan líderes a puestos de gobierno, si no poseen una firme base ética, caen con relativa facilidad en la tentación de utilizar la demagogia y de crear condiciones para la manipulación de las masas de poblaciones marginales, o que no tienen el nivel educativo o social adecuado, y que como consecuencia, no suele tener una gran capacidad de  pensamiento crítico, ni de reacción ante las diversas promesas, ofrecimientos o simplemente ante una exacerbación de las pasiones bajas, que estimulan la competencia con otros grupos que no se identifican con ellos, corporativamente como partidos políticos o grupos de presión sindicalistas o asociaciones gremiales.

Otro aspecto importante de esta sociedad occidental que debemos considerar en este ensayo, es el crecimiento significativo, de las diversas sectas de una religiosidad que roza muy cercanamente con la comercialización de las costumbres religiosas del pueblo, acercándola peligrosamente a la superstición, dando oportunidades para una esclavitud muy específica, porque pretende ser espiritual. Se ha llegado a tal nivel de fanatismo por esos grupos,  que llegan a exigir el suicidio de muchas personas, cosa que han llevado a cabo en varias ocasiones en los últimos años, y que se han producido en países de Africa, y Asia pero también en Europa y en América.

 Como fenómeno contrario, está la irreligiosidad, que tienen como base común el rechazo a normas morales establecidas por esos movimientos religiosos. Lo que se ha llamado una "cultura light", no es otra cosa sino la tendencia a la amoralidad en las costumbres, que se manifiesta de muchas maneras, pero que siempre tiene esa inclinación a la "liberación", la cual suele tener de base común el uso desenfrenado e irresponsable de la sexualidad. No es exactamente un fenómeno de laicización de la sociedad, que se rebelaba concretamente contra la Iglesia Católica, sino un modo de vida, la cual ni siquiera tiene en cuenta el odio hacia una institución, sino una especie de criterio neutro, por el cual es mejor "dejar hacer", o esperar "que las cosas fluyan naturalmente".

Un fenómeno que podríamos considerar de otro nivel, es la relativización de cualquier conocimiento e intento intelectual, llevando a dudar de cualquier fenómeno que se presente como verdadero. Es una especie de enfermedad del intelecto que podríamos llamar escepticismo, que supone una especie de desencanto por lo que se nos presenta como posibilidad de conocer y que es totalmente diferente del asombro, que lleva a la duda y que genera el aprendizaje. La frase "todo es relativo" es una manifestación lingüística de este aspecto. En el fondo, lo que denota es una pereza de buscar lo cierto, lo verdadero en esos fenómenos. La búsqueda de la verdad, especialmente en las ciencias naturales, constituye sin duda una de las cosas mejores y mas grandes que ha creado el hombre en el curso de su larga búsqueda de un mejor mundo, de una sociedad buena.

 Considerar lo bueno sólo como lo que pueda proporcionar placer, y catalogar como no-bueno aquello que suponga algún esfuerzo es la conducta ordinaria de muchas personas en nuestra "cultura" occidental. Es frecuente la no honestidad en los trabajos de corte intelectual, o la poca seriedad en las informaciones u opiniones que se puedan dar en las distintos medios de información, con el desmedro y daño a la persona, a su dignidad y a su prestigio, tanto moral como profesional.

Por otra parte, algunas profesiones liberales, tienen el estigma de poco honestas, simplemente por la mal praxis de algunos de sus componentes, como es el caso del ejercicio del Derecho, por ejemplo. O la duda en las instituciones de corte político en la sociedad civil, como es el congreso nacional o los diferentes cuerpos deliberantes. Pensar que alguna persona forma parte de esas instituciones y tener la convicción de su poca honorabilidad, es muy frecuente. Las causas de este específico fenómeno  de corte vivencial-político de los pueblos lo trata de explicar Aníbal Romero, glosando a Toynbee de la siguiente manera: "la ruptura y posterior desintegración de las sociedades se deriva precisamente del progresivo deterioro en la creatividad de los dirigentes, que de "minorías creadoras" pasan a ser "minorías dominantes", lo cual conduce a que la mayoría retire la confianza que tenía en sus líderes y a la fragmentación y pérdida de unidad del todo social". 

La decadencia de las instituciones es evidente también y quizás consecuencia de todo lo descrito anteriormente. La gran cantidad de familias desechas por el divorcio,  de personas que se mueven y viven dentro de un grado de infelicidad y ansiedad personal, es numeroso y así, la falta por lo tanto de asideros morales de los niños que crecen y se educan en esos ambientes es notable y lamentable.

Todas esta panorámica descriptiva de una situación que no podemos llamar sino, de catástrofe cultural, parece tener en la raíz de la misma una falta de esfuerzo personal y colectivo también, por obtener unas cualidades de superación personal, de visión positiva que tiene como característica la verdad y el bien como nortes definitivos en la actuación humana, y se dejan llevar por otra finalidad como es la búsqueda del placer.

2. NATURALEZA  Y CARACTERÍSTICAS DEL VICIO.

Parece claro que el vicio es lo contrario a la virtud. Como ambas cualidades son hábitos, el vicio es un hábito. La diferencia parece estar en los fines por los que se actúa. De esta manera, para que una acción sea virtuosa, es necesario que el fin sea bueno, es decir, conforme a la naturaleza y en el caso de la naturaleza del hombre, esta es racional y social, y además es capaz de trascender, por tanto, en este caso los fines están en el orden racional, social y trascendente. Como consecuencia, esto quiere decir, que el vicio actúa en primer lugar contra la naturaleza, es decir, contra la razón, contra el bien común o bien social y contra la posibilidad trascendente del hombre. Para ser más precisos, especificaríamos que el vicio es una acción en contra de la recta razón.

Si el vicio es una acción habitual en contra de la razón, la pregunta que sigue necesariamente es cual sería la causa que impulsa a realizar esa acción, con una finalidad no buena. Ya escribíamos en párrafos anteriores, que el hombre no nace ni con los conocimientos ni con las habilidades necesarias para el buen obrar. Como consecuencia, se deduce que tampoco tiene desde el nacimiento esa disposición para el mal obrar. No obstante, parecería más fácil hacer el mal que el bien, entendido este como un bien aparente, o una ausencia de bien adecuado para esa acción. Por esto, existe una especie de consenso en que nacemos con una cierta inclinación a lo no bueno. En la doctrina cristiana, en las ideas platónicas, lo que revelan los distintos sistemas de preceptos,concretados en códigos sobre el actuar del hombre, revelan una experiencia de esa inclinación al mal, y por lo tanto un acuerdo en la existencia de ese modo de ser desde el nacimiento.

No obstante, parecería que no es  suficiente que estemos inclinados al mal para que se convierta en un hábito. Se requeriría una constancia en las acciones que generen esa acción repetitiva. Una de las formas que pudiera explicar esta repetición de actos, es creada por la confusión en la concepción de los fines que producen la acción del hombre. Por ejemplo, se confunde el placer con un fin, y como tiene una razón aparente de bien, con frecuencia se actúa con poca o ninguna premeditación y siendo un acto el placentero que no requiere mayor esfuerzo y la recompensa es casi inmediata, se repite la acción hasta formar el hábito, aunque algunos autores prefieren la palabra adicción.

De esta manera, se puede mentir con frecuencia habitualmente porque produce una protección inmediata sobre una carga de responsabilidad eludiéndola, o para lograr fines que de otra forma difícilmente se lograrían. Es más fácil el desorden en las cosas materiales que se usan que el orden de las mismas, el cual siempre requiere una acción costosa física o mental. El uso del tiempo, que tiene que ver con la responsabilidad o la generosidad se despilfarra mucho más fácilmente, porque el estudio o el trabajo requiere siempre un esfuerzo y por tanto una dedicación a ello. 

Es decir, siempre se plantea el vicio sobre algo inmediato, sobre algo puntual. Si el hombre se detiene a pensar un poco, si generaliza, ordinariamente hace racional esa acción y la ve como no conveniente en la mayoría de los casos. La identifica como vicio, como contrario a algo que es natural a él. Un solo acto, no puede engendrar un hábito moral, pues parecería que no se puede vencer totalmente la inclinación al bien de la voluntad consciente, aunque ésta sea muy determinable por muchas causas. Se requiere pues, en la formación del hábito, la repetición de actos para que la voluntad se determine y se connaturalice con el objeto del vicio.

Otra de esas causas que permiten la determinación de la voluntad es la emotividad mal encausada, por ignorancia, falta de dominio sobre ella o por influencia de teorías mal expresadas o mal fundamentadas. Este punto es de una gran importancia en la educación formal. Las emociones, en algunas etapas constituyen la característica más resaltante de  esos jóvenes o de esos niños. Esto quiere decir, que por esa vía se pueden habituar a no trabajar con esfuerzo porque "siempre perdona la maestra", o se pueden acostumbrar al desorden, porque siempre, mamá o la muchacha de servicio, me recogen las cosas. De esta manera se escoge lo vicioso y no lo virtuoso, se produce la acción no buena, la que no  requiere un mayor esfuerzo y la no conveniente.

2.1. Agentes que influyen en la formación de vicios.

Algunos agentes que influyen en la formación del vicio, son una familia sin unos hábitos estimuladores de educación en el seno de la misma; un ambiente social que puede ser el del grupo de niños o jóvenes del edificio o del barrio sin orientación debida y movidos más por el ocio que por actividades enriquecedoras y productivas; el entorno escolar con unas maestras o maestros sin la debida preparación; unos medios de comunicación de masas que transmitan criterios errados o incluso inmorales.

En lo primero que se mencionó, una familia sin criterios rectos de formación, se debe comentar o matizar lo que significan esos criterios, cómo lograrlos y porqué no se han tenido esos criterios. Parece que el esfuerzo de una familia para lograr unos hábitos buenos radica en algunos de los principios rectores, a saber, de orden, respeto, honestidad, laboriosidad y trabajo, etc.

Siguiendo el razonamiento, el orden es consecuencia de la unidad familiar. Es más difícil conseguir orden en una familia que no existe como núcleo originario porque falta una de sus partes (en el caso de  divorcio o de la viudez), que en una que posea todos los elementos constitutivos. Ese es el primer principio originador de orden, el cual proviene de la autoridad. De esta manera, el orden se constituye en un horario de comidas, de acostarse y de levantarse; de orden físico en los cuartos y en los ambientes comunes, el cuidado de las mascotas de la familia, el cuidado de las camas y de la ropa, etc. La voluntad consciente de unos padres, que genere encargos para cuidar la casa, horarios para el estudio y el descanso adecuado, criterios para cuidar la ropa y no malgastar lo que se tiene. Quizá el aspecto pedagógico más estimulador y poderoso es el ejemplo silencioso, unido a la enseñanza constante en la corrección de las acciones.

Por otra parte, los diversos ambientes sociales donde se mueve un niño o un adolescente, influyen mucho en esa formación. Las diversas costumbres que se viven en esos grupos de niños o de adolescentes que no han tenido suficiente formación de los padres que se resume por el punto común del ocio no productivo, han dado pie para una serie de estudios psicológicos y sociológicos que explican las pandillas, los actos de robo e incluso de violación, cuando quizás personalmente no son capaces de hacerlo. Lo define magistralmente Ortega y Gasset en "La Rebelión de las Masas". El hombre masificado no es exactamente un hombre libre, lo mueven las pasiones comunes y de esta forma se desnaturaliza, despersonalizándose.

En el entorno escolar, la generación de los vicios  suele provenir de una mala capacitación de los docentes con respecto a la educación de sus alumnos. Si centran la labor docente solamente en la enseñanza o la instrucción, y no en la educación formadora de hábitos, entonces dirigen mal el camino de los fines, no crean ni cultivan disposiciones estables para la vida. Uno de los aspectos que influye negativamente en la capacitación esos docentes es la falta de dominio sobre la emotividad que podemos definir como sentimentalismo criollo, el cual permite concesiones no exigentes, que llevan a no corregir los trabajos con rigurosidad, a no respetar plazos de entrega de asignaciones y tareas, a no dar importancia al cumplimiento de la normativa del centro educativo, etc., y que por tanto generan vicios más que virtudes. En este sentido, lo opuesto al trabajo no es el juego o el ocio bien llevado y dirigido, o el sentido común para corregir sino, la pereza, que puede revestirse de conmiseración o lástima.

 Un agente de gran importancia en esta época, a pesar del posible dominio que se pueda tener en la familia, es toda la influencia que sobre los jóvenes tiene la televisión. Siempre queda el criterio que se transmite en ella, las imágenes que se proyectan y difunden, los conceptos que se maneja en los distintos programas y la propaganda que induce y podríamos decir "obliga" a seguir unos cánones de vestido, actitudes y criterios consumistas que deforman y generan vicios de acción y de pensamiento. Otro aspecto más profundo radica en la gran cantidad de tiempo que se le dedica a esta actividad, que por otra parte es profundamente esterilizadora del pensamiento creativo y crítico de los niños y jóvenes.

3. REACCIÓN ANTE EL VICIO.

Ante la mala acción, siempre ha existido una reacción. Esta se concreta en penas y castigos, en sanciones que tienen diversos grados. Esto hace suponer que también las faltas tienen una gradación. Existen infracciones mas graves que otras. Algunos códigos, al establecer el mandato, añaden también la pena en caso de infracción. Va desde una multa, un castigo físico hasta pagar con la vida esa transgresión. Así el código de Hammurabi, establece una serie de preceptos y sus castigos en el mismo texto.

Tenemos pues que los ámbitos en los cuales se reacciona ante el vicio o ante las malas acciones, en primer lugar son: el seno de la familia; en segundo lugar el ambiente escolar y por último el ambiente de legislación y preceptos que deben regular los grupos sociales, sean grupos de niños o jóvenes y también se emiten decretos y leyes que controlan el diseño y la programación, e incluso el acceso a los distintos medios de comunicación.

En el plano familiar, los castigos son frecuentes. La corrección por los padres suele ser casi como una reacción física, ante la falta cometida. Se corrige en la mesa familiar, en los momentos de reunión y conversación y con unos padres maduros y conocedores de la importancia de la educación, en conversaciones personales e íntimas de padres e hijos. Corregir, primero por la costumbre y luego por la razón es lo propio de una educación eficaz. Si se deja simplemente a unos castigos físicos, entonces se  debilita lo que sostiene la posibilidad de la perseverancia en la acción querida, y sólo se efectuará esa acción consciente cuando esté presente físicamente el agente que corrige. Escribe Aristóteles sobre este punto: "Y puesto que es obvio que la educación por hábito debe preceder a la educación por la razón, y que la formación del cuerpo es anterior a la del alma y la mente, se deduce de estas consideraciones que los niños deben ser colocados al cuidado del maestro de gimnasia y lucha porque el primero da al cuerpo una cierta calidad y el último se la da a sus acciones". 

El entorno de la escuela, es uno de los lugares en donde se deben prevenir y corregir la tendencia a las acciones no buenas, sobre todo haciendo hincapié en la consecución de repetidas acciones buenas, en aspectos como el orden personal a través del uso de uniformes; los horarios establecidos y su exigencia para el debido cumplimiento del mismo; asignaciones escolares y exhortar en el respeto a la observación de los lapsos para entrega y también para la corrección y devolución comentada de esas tareas y trabajos por parte de los docentes. 

Las sanciones que provienen de la transgresión de la normativa establecida debe estar regulada por el conocimiento previo de la norma por parte de docentes y alumnos, y también por el conocimiento personal equitativo de esos alumnos por parte de los docentes. Las sanciones deben tener el criterio de corregir incluyendo la formación del alumno y no excluyendo al mismo alumno del ámbito educativo. La experiencia nos dice que con alguna frecuencia, los reglamentos tienen una finalidad, de hecho, entre los docentes, de corregir para conseguir un clima de respeto y serenidad en la escuela, para tener tranquilidad en ese trabajo, más que para la educación de los alumnos. Eso lleva a utilizarla para excluir del sistema educativo a esos alumnos distorsionadores del clima deseado, que para mejorar educando al alumno. No defiendo la posición de que al alumno hay que mantenerlo siempre en el centro de enseñanza, lo que quiero expresar es que la intención de esos docentes en el fondo, reviste una comodidad que no es cónsona con el rol propio y mas originario de un docente.

Un aspecto que atañe a los diferentes grupos sociales que espontáneamente se forman en la escuela, es el cuidado de los docentes en la construcción de reglamentos escolares, sobre todo en aquellos aspectos que se refieran a los tiempos de receso y de ocio de esas actividades escolares. Comenta Aristóteles sobre este punto lo siguiente: "al introducir los juegos debemos vigilar que sea oportuna su práctica, puesto que los aplicamos a la manera de la medicina, pues la actividad del juego es una relajación del alma y sirve de recreación a causa de su agrado".  Deducimos que los recreos o recesos en el ámbito escolar, forman parte de la formación en ese sitio, por lo tanto deben ser diseñados en cuanto a tiempo de duración, de manera que se tenga en cuenta la comida que deban hacer esos alumnos y el intercambio social que suele ser lúdico; y también previstos en cuanto a espacios y posibles actividades que se realicen allí.

Los grupos sociales que se constituyen por cercanía física, como los ambientes comunes en los edificios multifamiliares o el barrio circundante a la casa, así como el club deportivo o social que frecuentan, son fuentes de formación de hábitos que no siempre están de acuerdo con finalidades buenas. Es de experiencia de vida, que si no se prevén e incluso se reglamentan, serán fuentes de vicios o por lo menos de malas acciones. 

Es deber del legislador, estar celoso de la elaboración de esas normas de convivencia  para esos sitios. Las leyes y normas que regulan la vida civil, deben tener como finalidad la educación del ciudadano. Así, se reglamentarán los espectáculos, la pertenencia a clubes y las diversas asociaciones de vecinos establecerán las normas o preceptos que lleven a mantener un ambiente sano y formador. De esta manera se deben reglamentar el posible acceso a espectáculos que puedan dañar la moralidad de los jóvenes; las leyes sobre venta de licores o estupefacientes a menores de edad; el poder tener en cuenta las horas de permanencia de niños o jóvenes en la calle; la reglamentación y advertencia de los diferentes espectáculos que se puedan ofrecer en los diversos canales televisivos, comenta un autor sobre esto que "nada es tan educativamente subversivo como la televisión", y también de Internet, donde se forman y buscan informaciones y existe mucha facilidad en conseguir espectáculos lamentables en cuanto moralidad, por la pornografía ofrecida, etc. 

 Todo esto es función del Estado como tutor del ciudadano y de la familia del ciudadano, porque la finalidad de las ciudades no es sólo la convivencia, sino las buenas acciones. Su finalidad es conseguir, en última instancia, una vida perfecta y adecuada suficientemente a todos los que habitan allí. Para ello, se debe tener esa conciencia clara de que el legislador es básica y principalmente un educador. Esa conciencia se concreta en el conocimiento de que  no es suficiente con emitir unas leyes, debe haber la convicción de que el hábito se logra por la práctica y el ejemplo silencioso. Es consecuencialmente necesario el cuidado de estos aspectos en la familia y en la escuela, antes que en cualquier otro ámbito.

3.1. Importancia de la educación en la función de prevenir el vicio y promover la virtud.

La educación, en su sentido mas amplio es una empresa seria y ardua. Se requiere el pensamiento y la acción constante del hombre para darle forma y hacer que sea eficaz. No bastan las buenas intenciones y las acciones medianamente pensadas, para que pueda tener la importancia y la influencia que se quiere en la formación de los jóvenes y la conformación de la sociedad. El estudio sobre el hombre, su adaptación a las diversas motivaciones y circunstancias cambiantes requiere de un empeño que exige de los dirigentes de una sociedad su inteligencia y responsabilidad moral.

Los diversos problemas que afrontan las sociedades actuales, son producto de la superficialidad y de la improvisación de metodologías que buscan de manera azarosa fines que, en muchos casos, son equivocados, en su contenido o en su concepción. Sobre todo en dos aspectos: por una base antropológica deficiente en sus alcances o por una visión reducida, que necesariamente da una perspectiva falsa, y en segundo lugar por la consideración no suficientemente clara de lo que significa  la naturaleza social en cuanto a deberes y derechos que se desprenden de esa característica.

Ciertamente, plantearse un sistema educativo que tenga como finalidad u objeto la prevención, es un comienzo precario pues es negativo. Se debe plantear la educación para conseguir hábitos de actuación y de pensamiento positivos, y como consecuencia se evitará la presencia de algunos hábitos malos, o vicios.
 
En este sentido, en primer lugar, la lucha por conseguir una estabilidad familiar y la estructuración en costumbres y mantenimiento de tradiciones conscientes, que defiendan y mantengan buenas costumbres es lo principal. Si no se logra este aspecto del proceso, difícilmente se lograría todo lo demás, o por lo menos sería mucho más costoso y de estabilidad dudosa.

Se debe proponer un sistema educativo que pueda crear y mantener una sociedad que quiera tener esos ideales de formación que la conforman;  promover una estructura pedagógica y jurídica que sea propicia para cultivar esa serie de hábitos buenos que comienzan siempre en la familia, siguen en el centro educativo y se refuerzan en los distintos ambientes sociales que se frecuentan ordinariamente. 

Existe un factor vital en esa educación por conseguir disposiciones estables en el hombre y es la conciencia y formación en el uso de su libertad. La libertad, podríamos definirla como la posibilidad de elegir un bien propio y adecuado a la naturaleza. Si esto es así, los bienes que le corresponden a un hombre, como ser racional, son los que estimulan la inteligencia y determinan la voluntad a la acción de consecución de ese bien, los que inducen a la buena acción social y  aquellos  que enriquecen a ese hombre en la tendencia a la trascendencia, y que se suele llamar vida interior. Lo que determina esta característica del ser humano es la voluntad. Los animales tienden siempre a los bienes que le corresponden por su naturaleza, pero no pueden elegir, no poseen la conciencia de sí, que determina una voluntariedad consciente.

Este tema es radicalmente importante, porque a fin de cuentas, lo que produce una disposición a elegir conscientemente una acción, es la acción de la voluntad. Es consecuencia de estas premisas que la voluntad debe ser formada intencionalmente. La formación de la voluntad por tanto, es quizá la tarea de mayor importancia que se debe plantear un sistema de educación que centre su tarea en cultivar hábitos.

Requerimos para este punto, una definición lo más aproximada de esa facultad del hombre, la cual haremos en otro aparte del trabajo de tesis. Pero también, apoyándonos en esa definición, implementar una serie de metodologías que conlleven a la buena formación de la misma. Necesariamente tiene que ser a través de una disciplina tanto familiar como es colar, y luego de unas razones que se deben ofrecer a esos niños y jóvenes, y  que produzcan esa inclinación hacia ese bien que le presenta la razón constantemente, porque acepta como verdadero lo que se  le está explicando. La verdad y el bien son convergentes, y por tanto la producción de ese apetito de la voluntad es lo que el educador, en sentido amplio, debe producir para formar convenientemente.

El recurso de los distintos medios literarios, por ejemplo, que con frecuencia poseen una moraleja, la cual se debe explicar y aplicar personalmente, constituye una fuente valiosa para lograr esas razones de actuación en los niños y los alumnos. Ese recurso, estimula constantemente la afectividad, y en el entendido de que la razón y las emociones son inseparables, pues constituyen un todo en el espíritu del hombre, el proceso pedagógico, en sí mismo, debe involucrar afectivamente al estudiante. Esta es una de las responsabilidades del docente, porque se apoya en su competencia como tal. Y es esa competencia la que determina ese construir significados de la acción personal, darle sentido real y vinculante a lo que se lee, porque se tienen las capacidades para hacer esa lectura como lo exige esa profesión.

De esta manera se produce la motivación, que es un término de uso común en el ámbito docente. Una de las formas para lograr esta motivación es la vía de la belleza literaria. El volumen de cuentos y de historias moralizadoras es muy grande y por tanto, el recurso es asequible fácilmente. Presentar las acciones virtuosas como buenas y "apetecibles" para la voluntad es tarea de esos educadores, llámense padres o maestros, y hacerlas gráficas a través de esos cuentos y narraciones es relativamente sencillo a la calidad de la obra literaria. La referencia que se hace a los niños, del héroe, o del protagonista de esos cuentos es muy frecuente, y así se puede ir "motivando" a conductas, generando acciones como la del modelo que se conoció y se ponderó en esa narración.

Los diferentes cuentos de los Hermanos Grimn,  los de Hans C. Andersen, las narraciones de Antoine de Saint Exupery o más actualmente de Lippman, de Essenley, de Michel Ende entre otros muchos, reflejan una serie de virtudes en los protagonistas, a las cuales se pueden hacer referencias con frecuencia. Las fábulas de Tio Tigre y Tio Conejo en nuestro país suelen describir acciones buenas y acciones malas. Así se personifica en ellos virtudes como la bondad, el agradecimiento, la fortaleza, la generosidad, la responsabilidad y laboriosidad, y casi siempre se narra de manera que parezcan antipáticos y como opuesto a la virtud,  unos vicios que encarnan muy gráficamente los antiprotagonistas, los cuales suelen ser malos, desagradecidos, perezosos, avaros, etc. La comparación que surge espontáneamente, suele ser fácil y estimuladora, para producir la acción buena y para evitar la mala.

4. CONCLUSIONES

El ensayo se plantea como una búsqueda de las raíces que sostienen los actos humanos, en función de lograr hábitos de comportamiento que le permitan a la persona educarse integralmente. Tiene pues, la intención de plantear propuestas de formación en esas áreas que conforman la estructura personal.

De esta manera debemos intentar una aproximación al problema del hombre como ser que posee inteligencia, con voluntad propia, con tendencias instintivas hacia bienes sensibles y dotado de la posibilidad de la libertad, por la cual es capaz de poseer la conciencia, previa a la acción voluntaria, que le permite escoger bienes o también de no escogerlos. Todo dentro de un marco que tienda a la educación formal, sugiriendo metodologías que parten de una concepción de la enseñanza, que tiene como base una idea del hombre.

Así el trabajo consta de una primera parte, en la cual se estudia al sujeto de esos hábitos de comportamiento enfocando los hábitos que se mueven por una finalidad no buena, es decir, los vicios, de las facultades potenciales con las cuales está dotado para conseguir hábitos buenos, y de la libertad, como característica especial de ese ser susceptible de ser enseñado. De una parte que tratará  muy brevemente, al nivel de enunciarlas simplemente, de las virtudes específicas básicas para la  educación integral, como son la Prudencia, la Justicia, la Fortaleza y la Templanza. También con una parte que sugiere un modelo conceptual educativo el cual considere las diferentes facultades del hombre y sus trascendentales: Verdad, Bien y Belleza.

Cada una de estas descripciones de vicios en el comportamiento y en el pensamiento del hombre y de la sociedad, tienen que ver  con la falta de práctica de hábitos convenientes para el bien, que desde el inicio del pensamiento clásico se habían determinado como necesarias para la construcción de una sociedad que  busca el bien individual y en conjunto, la vida buena. Se quiere replantear así, como una solución a todos estos problemas que aquejan nuestra civilización, la educación en virtudes, y sobre todo en esas cuatro virtudes que se han llamado cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza, las cuales son los ejes principales del comportamiento humano.

Aunque se haya planteado desde tiempos clásicos griegos esa necesidad de sostener la vida social y personal en esos parámetros de búsqueda y consecución, como son esas virtudes "cardinales", vale la pena establecer la conveniencia del cultivo de las mismas en el hombre como un ser integral. De esta manera, podríamos decir que la Prudencia tiene una relación íntima con el entendimiento práctico (hacer cosas buenas y evitar las malas) y para ello necesitamos conocer adecuadamente. "La naturaleza intelectual de la persona humana se perfecciona y debe perfeccionarse por medio de la sabiduría, la cual atrae con suavidad la mente del hombre a la búsqueda y al amor a la verdad y del bien. Imbuido por ella, el hombre se alza por medio de lo visible a lo invisible" . Por otra parte la justicia se relaciona muy estrechamente con la voluntad que nos lleva a dar a cada quien lo que le corresponde. De esta manera, por ejemplo, buscar esos actos que permitan dar a los demás lo que les corresponde por su derecho, van constituyendo poco a poco el marco necesario para la convivencia prudente y por tanto, justa.; la Fortaleza, que lleva ponderar y escoger esos bienes de tipo social, ejerciendo la voluntad de conseguir el bien arduo. Se puede concretar en la fidelidad a unas normas que rijan la conducta en el hogar y el la escuela, con las diferencias respectivas; y la Templanza que nos ayuda a dominar las tendencias al desorden hacia los bienes naturales, evitando el desorden el  comer, en el beber, en el uso de los medios de comunicación hasta el extremo de perder el tiempo y crear adicción, etc.


4.1. La necesidad de un modelo de excelencia humana.

El hombre por su característica racional, conoce a través de los sentidos externos, y lo que va conformando su estructura moral, viene con frecuencia de esos modelos que tiende a repetir en su conducta. Se han creado de esta manera, mitos que reproducen lo deseado por esos hombres. Los dioses creados o proyectados poseen esas características deseadas por esos literatos y producen una fuente de recursos para canalizar y explicar conductas.

 La influencia de los mitos a través de la Historia, es innegable. Su determinación en la construcción de diversas manifestaciones culturales del hombre está a la vista. De esta manera se han fabricado edificios, elaborado poemas y narraciones, creado tradiciones y liturgias dirigidas a esos dioses míticos, también se han constituido formas de gobierno y por tanto elaborado leyes que sostengan y legitimen esos gobiernos. El mito es aquella narración que se puede contar sin que a nadie se le ocurra preguntar, en primera instancia si es cierto, y esto da un impacto en la conducta humana que tiende a armonizar las acciones con respecto a esa narración y a explicar la conducta o por lo menos a querer racionalizarlas en base a ese mito. Sin embargo, siempre subsiste la conciencia en el hombre de que  un mito, es algo que viene de la inventiva del propio hombre, de algo que no es real.

De todas formas, el hombre no ha detenido su búsqueda. La primera de esas búsquedas, de manera racional y sistemática que lleva implícito el nombre de Paideia, se centra en el hombre que posee areté . El ideal de virtuoso, el hombre con posesión de valentía y de prudencia  para gobernar. Los pensamientos de esos pensadores clásicos se circunscribían a ese ideal y para ello, se pensaba en un tipo de educación. Posiblemente venga de los modelos presentados por esos poetas del inicio griego, los cuales crearon los personajes que modelarían la conducta de muchas personas y que aparecían en obras literarias como la Ilíada y la Odisea.

La búsqueda del modelo de excelencia ha sido muy larga, se han conseguido modelos parciales y siempre se partía de un principio, por lo menos en los griegos, que agotaba el ideal, pero que siempre fue mítico. Sin embargo la consideración de principio siempre está en función de un fin, o de un final, un punto de llegada, había que "producir" un tipo de hombre. Esto trajo consecuencias de tipo totalitario y que por lo mismo, constreñían a ese ideal de hombre coartándole la libertad. No se conoció bien la estructura del hombre en sus relaciones naturales y con los demás semejantes, hasta la posibilidad de trascendencia que le dio el cristianismo.

 Con esa base cristiana y el paso de los años, se fue perfilando mucho más la esencia del individuo, hasta llegar a ese concepto de persona, en Boecio: "Ente individual de naturaleza racional", y esta limitación, que permite su definición, nos da un sustrato específico para lograr con una mayor cercanía los distintos pasos que permitan una educación más acertada.  La entidad se define por su individualidad y por su racionalidad. Si además añadimos la posibilidad de trascender, entonces es mucho mas completa esa definición y por lo tanto, más eficaz puede ser una metodología para ella, porque en principio, se poseen las diversas características y aspectos que delimitan al hombre.

No obstante, como se ha visto, estas características que constituyen a la personas humana, no se manifiestan de una manera "pura", existe realmente una inclinación al mal y en ello va implícita una diferencia o lucha de sus componentes. Si aceptamos esto, es claro que la concepción de una educación que forme al hombre en su totalidad es suficientemente clara como para que se sistematice un plan que cultive algunas disposiciones que, además de la formación e información de la inteligencia, puedan dar el dominio sobre los apetitos propios del cuerpo. Escribe Maritain: El hombre no será verdaderamente una persona sino en la medida en que la vida del espíritu y de la libertad triunfen en él sobre la de los sentidos y de las pasiones". 

4.2. Consideraciones sobre las virtudes de la excelencia.

Sin el cultivo de la Prudencia, la posibilidad de formarse bien individualmente se hace muy difícil, pues se cometerían muchos errores personales. Todo el actuar humano está dirigido por esa disposición que encauza y determina nuestros actos hacia el bien propuesto, y que es llamada prudencia, resulta  de una serie de actos que están muy ligados a las actitudes reflexivas y de ponderación personales, de la actitud de buscar la opinión de la otra persona, es decir del consejo y de la acción hecha con determinación (imperio) al bien conseguido y visto interiormente. Esta disposición permite evitar una serie de actos que suelen resultar dañinos por su precipitación y por lo tanto perjudiciales para esa sociedad, tanto en ambientes nucleares de la misma como es la familia, como en las instituciones que sostienen la vida civilizada, como son las estructuras que conforman un gobierno.

Sin el cultivo de la justicia en la relación humana,  vivir en sociedad se haría muy difícil, casi hasta el grado de hacerse insoportable, tal como lo estamos viviendo en estos momentos. Las personas esperan y necesitan unos hábitos de comportamiento de los demás, así como se plantean comportarse de esa manera, ajustado a unas normas que se han aceptado de manera racional o por la tradición, o por convención de un grupo de personas que conviven y comparten un sitio y un mismo lenguaje. La idea base de esta virtud consiste en que los principios de la estructura de la sociedad, son el objeto del acuerdo original. Esos principios que las personas libres y racionales, interesadas en promover el bien común constituyeron y mantienen con su acción permanente.

La necesidad de la existencia de normas rectas y claras, determinan mucho su cumplimiento (de la justicia legal) y la formación de los hábitos correspondientes. Si estas normas están también implícitas en el hogar, se facilita el cumplimiento de esa justicia distributiva (de las partes al todo) y también de la conmutativa (de las partes entre sí). Y estas reglas claras están en la composición de las tradiciones familiares y de la comunidad donde se vive; en el reglamento de los centros escolares a donde se asiste; y también en las distintas normativas de las empresas donde se trabaja y en la sociedad civil donde se vive.

En una cultura que mantenga una posición sensata, la necesidad del dominio sobre los bienes sensibles resulta imperiosa, pues de otra manera la búsqueda codiciosa de placeres y a fin de cuentas de pérdida de tiempo y recursos resulta muy onerosa para el individuo y para dicha sociedad. La templanza, es un hábito por el cual se puede conseguir ese dominio. Esta resulta de actividades que lleven a los jóvenes a usar de manera adecuada sensata esos bienes a los cuales tienen acceso, y no se dejen dominar por ellos. Es la única manera de evitar esos mercados cautivos que esclavizan a nuestra juventud en actitudes y situaciones que los empobrecen con frecuencia físicamente, y lo que resulta más grave, intelectualmente .

Esa misma sociedad de consumo, hace que se adopten actitudes que no llevan al trabajo productivo, que restan creatividad en las diferentes actividades que se adopten en el trabajo o en la actividad académica. Para ello se necesita un esfuerzo por buscar esos bienes arduos, bines que se logran con un esfuerzo constante y determinado por alcanzar metas altas en lo físico, en lo intelectual, e inclusive en lo espiritual. Todo esto se refiere a la Fortaleza, como esa disposición que nos lleva a esforzarnos para conseguir esos actos por los cuales se consiguen bienes cada vez mayores y que requiere un esfuerzo personal.
Anexo 1

Codigo de Hammurabi.

1. Si un señor acusa a (otro) señor y presenta contra él denuncia de homicidio, pero no la puede probar, su acusador será castigado con la muerte.
2. Si un señor imputa a (otro) señor prácticas de brujería, pero no las puede probar, el acusado de brujería irá al río (y) deberá arrojarse al río. Si el río (logra) arrastrarlo, su acusador le arrebatará su hacienda. (Pero) si este señor ha sido purificado por el río saliendo (de él) sano y salvo, el que le imputó de maniobras de brujería será castigado con la muerte (y) el que se arrojó al río arrebatará la hacienda de su acusador.
3. Si un señor aparece en un proceso para (presentar) un falso testimonio y no puede probar la palabra que ha dicho, si el proceso es un proceso capital tal señor será castigado con la muerte.
4. Si se presenta para testimoniar (en falso, en un proceso) de grano o plata, sufrirá en su totalidad la pena de este proceso.
5. Si un juez ha juzgado una causa, pronunciado sentencia (y) depositado el documento sellado, si, a continuación, cambia su decisión, se le probará que el juez cambió la sentencia que había dictado y pagará hasta doce veces la cuantía de lo que motivó la causa. Además, públicamente, se le hará levantar de su asiento de justicia (y) no volverá más. Nunca más podrá sentarse con los jueces en un proceso.
6. Si un señor roba la propiedad religiosa o estatal, ese señor será castigado con la muerte. Además el que recibió de sus manos los bienes robados será (también) castigado con la muerte.
7. Si, de la mano del hijo de un señor o del esclavo de un particular, un señor ha adquirido o recibido en custodia plata u oro, un esclavo o una esclava, un buey o una oveja o un asno, o cualquier cosa que sea, sin testigos ni contrato, tal señor es un ladrón: (en esos casos) será castigado con la muerte.
8. Si un señor roba un buey, un cordero, un asno, un cerdo o una barca, si (lo robado pertenece) a la religión (o) si (pertenece) al estado, restituirá hasta treinta voces (su valor); si (pertenece) a un subalterno lo restituirá hasta diez veces. Si el ladrón no tiene con qué restituir, será castigado con la muerte.
9. Si un señor, habiéndosele extraviado un objeto, encuentra su objeto extraviado en posesión de (otro) señor; (si) el señor en cuya posesión se halló el objeto extraviado declara: «Me lo vendió un vendedor, lo compré en presencia de testigos»; (si) de otra parte, el propietario del objeto extraviado declara: «Presentaré testigos que testimonien sobre mi objeto extraviado»; (si) el comprador presenta al vendedor que se lo ha vendido y a los testigos en cuya presencia lo compró; (si), por otra parte, el propietario del objeto perdido presenta los testigos que den testimonio del objeto perdido, (en ese caso) los jueces considerarán las pruebas, y los testigos, en cuya presencia se efectuó la compra, juntamente con los testigos que testimonian sobre el objeto perdido, declararán lo que sepan delante del dios. (Y puesto que) el vendedor fue el ladrón será castigado con la muerte. El propietario del objeto perdido recobrará su objeto perdido. El comprador recobrará de la hacienda del vendedor la plata que había pesado.
10. Si el comprador no ha presentado al vendedor que le vendió (el objeto) ni los testigos en cuya presencia se efectuó la compra, y el dueño de la cosa perdida presenta testigos que testimonien sobre su cosa perdida, el comprador fue el ladrón: será castigado con la muerte. El propietario de la cosa perdida recobrará su propiedad perdida.
11. Si el propietario de la cosa perdida no presenta testigos que testimonien sobre el objeto perdido, es un estafador, (y puesto que) dio curso a una denuncia falsa será castigado con la muerte.
12. Si el vendedor ha muerto, el comprador tomará de la casa del vendedor hasta cinco veces (el valor) de lo que había reclamado en este proceso.
13. Si los testigos de tal señor no estuviesen a mano, los jueces le señalarán un plazo de seis meses. Y si al (término del) sexto mes, no presenta sus testigos, este señor es un falsario. Sufrirá en su totalidad la pena de este proceso.
14. Si un señor roba el niño menor de (otro) señor, recibirá la muerte.
15. Si un señor ayuda a escapar por la gran puerta (de la ciudad) a un esclavo estatal o a una esclava estatal o a un esclavo de un subalterno o a una esclava de un subalterno recibirá la muerte.
16. Si un señor dio refugio en su casa a un esclavo o a una esclava fugitivos, perteneciente al estado o a un subalterno y si no lo entregó a la llamada del pregonero el dueño de la casa recibirá la muerte.
17. Si un señor prende en campo abierto a un esclavo o esclava fugitivos y (si) lo devuelve a su dueño, el dueño del esclavo le dará dos siclos de plata.
18. Si este esclavo no ha querido mencionar el nombre de su dueño, le llevará al palacio; (allí) se realizará una investigación y se lo devolverán a su dueño.
19. Si retiene al esclavo en su casa (y si) después el esclavo es hallado en su posesión, el señor recibirá la muerte.
20. Si el esclavo huye de la casa de aquel que lo prendió, este hombre lo jurará (así) por el dios al dueño del esclavo y se marchará libre.
21. Si un señor abre brecha en una casa, delante de la brecha se le matará y se le colgará.
22. Si un señor se entrega al bandidaje y llega a ser prendido, ese señor recibirá la muerte.
23. Si el bandido no es prendido, el señor (que ha sido) robado declarará oficialmente delante del dios (los pormenores de) lo perdido; después, la ciudad y el gobernador en cuyo territorio y jurisdicción se cometió el bandidaje, le compensarán (por todo) lo perdido.
24. Si es una vida (lo que se perdió), la ciudad y el gobernador pesarán una mina de plata (y se la entregarán) a su gente.
25. Si se declara un incendio (fortuito) en la casa de un señor y (si) un señor que acudió a apagarlo pone los ojos sobre algún bien del dueño de la casa y se apropia de algún bien del dueño de la casa, ese señor será lanzado al fuego.
26. Si un oficial o un especialista (militar) que había recibido la orden de partir para una misión del rey, no fuese (a la misma) o bien (si) alquilase un mercenario y le enviase en su lugar, ese oficial o ese especialista (militar) recibirá la muerte; el denunciante (del hecho) tomará su hacienda.
27. Si un oficial o un especialista (militar), mientras servía las armas del rey, ha sido hecho prisionero, y durante su ausencia han dado su campo y su huerto a otro que ha cumplido con las obligaciones del feudo (pagando la renta); si (el oficial o el especialista) regresa y vuelve a su ciudad, le serán devueltos su campo y su huerto y será él quien cumplirá las obligaciones del feudo.
28. Si un oficial o un especialista (militar), mientras servía las armas del rey, ha sido hecho prisionero (y si) su hijo es capaz de cumplir las obligaciones del feudo, le serán entregados el campo y el huerto y él cuidará de las obligaciones feudales de su padre.
29. Si su hijo es un menor y no es capaz de cumplir las obligaciones del feudo de su padre, un tercio del campo y del huerto se le dará a su madre; así su madre podrá criarle.
30. Si un oficial o un especialista (militar) ha dejado abandonado su campo, su huerto y su casa, motivado por las obligaciones del feudo, y tras ello se ausentó; (si) otro, después de su partida, se hizo cargo de su campo, huerto y casa y cumplió las obligaciones del feudo durante tres años; si (el anterior feudatario) regresase y reclamase su campo, huerto y casa, éstos no se le concederán. Sólo quien se hizo cargo de ellos y cumplió las obligaciones del feudo se convertirá en feudatario.
Fuente: Código de Hammurabi. Estudio preliminar, traducción y comentarios de Federico Lara Peinado. Madrid. Editorial Tecnos, 1986.

Anexo 2
Los Mandamientos
Fragmento del Éxodo. 
20, 1-21. 
1Entonces pronunció Dios todas estas palabras diciendo: 2«Yo, Yahveh, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre. 3No habrá para ti otros dioses delante de mí.. 4No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. 5No te posarás ante ellas ni les darás culto, porque yo Yahveh, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian, 6y tengo misericordia por millares con los que me aman y guardan mis mandamientos. 7No tomarás en falso el nombre de Yahveh, tu Dios; porque Yahveh no dejará sin castigo a quien toma su nombre en falso. 8Recuerda el día del sábado para santificarlo. 9Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, 10pero el día séptimo es día de descanso para Yahveh, tu Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el forastero que habita en tu ciudad. 11Pues en seis días hizo Yahveh el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el séptimo descansó; por eso bendijo Yahveh el día del sábado y lo hizo sagrado.12Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que Yahveh, tu Dios, te va a dar.13No matarás.14No cometerás adulterio.15No robarás.16No darás testimonio falso contra tu prójimo.17No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo.»18Todo el pueblo percibía los truenos y relámpagos, el sonido de la trompeta y el monte humeante, y temblando de miedo se mantenía a distancia. 19Dijeron a Moisés: «Habla tú con nosotros, que podremos entenderte, pero que no hable Dios con nosotros, no sea que muramos.» 20Respondió Moisés al pueblo: «No temáis, pues Dios ha venido para poneros a prueba, para que su temor esté ante vuestros ojos, y no pequéis.» 21Y el pueblo se mantuvo a distancia, mientras Moisés se acercaba a la densa nube donde estaba Dios.

Fuente: Biblia de Jerusalén. Equipo de traductores de la edición española de la Biblia de Jerusalén. Bilbao. Editorial Desclée de Brower, SA, 1994.








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